EL LLAMADO A SERVIR

EL LLAMADO A SERVIR

Filipenses 2.7-9

Cuando se trata de servir en la iglesia, las personas rara vez piden cargos donde pasarán desapercibidos. Generalmente, piden que los involucren en posiciones de liderazgo. No tiene nada de malo presidir un comité, pero Dios nos llama a tener el corazón de un siervo: desea que nuestra motivación sea glorificarlo.

A lo largo de los años, he tenido muchas conversaciones con jóvenes que estudian teología. Innumerables veces me han expresado el deseo de estar al frente de una iglesia grande. Y quienes son llamados por una congregación pequeña luchan con frecuencia con el sentimiento de que no son importantes.

Mi palabra de ánimo para ellos es la siguiente: Dios nos pone donde Él quiere que sirvamos pues nos ama; y en cada tarea que realicemos debemos darnos por completo, ya sea una sola persona o una multitud la que nos escuche. En última instancia servimos a Jesús, y a Él no le preocupa el reconocimiento que recibamos. Él desea nuestra obediencia y nuestro mejor esfuerzo. Y esto es cierto no solo para los pastores, sino también para todos los creyentes.

Son muchas las razones por las que el Señor nos llama a servir. Primero, nos libra de la soberbia y la egolatría para que nos enfoquemos en Él. Segundo, proclamamos nuestro amor a Cristo por medio de nuestro interés por los demás. Tercero, Dios prueba y purifica nuestros corazones por medio del servicio.

¿Cómo define usted el éxito? Una respuesta común es “el logro de objetivos predeterminados”. Pero la definición de la Biblia es diferente. El Señor desea que descubramos su plan, le obedezcamos y lleguemos a ser todo lo que Él se ha propuesto que seamos.